Es 2020. La humanidad está atravesando una de las peores tragedias de su historia. Como todas las mañanas desde hace ya ocho meses, estás en una videollamada con tu jefe o tu profesor a través de Jitsi Meet. El tópico de la reunión es totalmente intrascendente y, sin embargo, no te queda otra más que estar ahí, haciendo que figure tu nombre. Darías cualquier cosa con tal de que se termine ese martirio. Intentás despejarte, buscás alguna actividad sencilla pero divertida que te ayude a pasar el momento. Es imposible, no lo conseguís. El pasatiempo que estás buscando todavía no existe. No lo sabés en ese momento, pero lo que necesitás es un juego que va a salir recién tres años después: Nova Lands.
Entiendo que puede sonar un poco despectivo acusar a un videojuego de funcionar bien como actividad en segundo plano. Sería interesante pensar cuántas de las creaciones exitosas de la actualidad son pensadas para tener su propio momento y no como una forma de superar una espera (¿o habrá gente que diga “No puedo, hoy me compro unas buenas golosinas y me siento en pantuflas a leer tuits”?). Pero el eje de esta reseña no es el siglo XXI, sino Nova Lands, un juego divertido, fácil y con una formidable capacidad para que, al jugarlo, las horas parezcan minutos.
Nova Lands es el segundo título de Behemutt, una desarrolladora brasileña conformada por Doug Oliveira y Ed Freitas. Su historia es interesante: trabajaron juntos en tres empresas distintas, pero ninguna les permitía concretar su sueño de vivir de la creación de videojuegos. Se les ocurrió el plan de ahorrar el dinero suficiente como para poder renunciar y dedicarse a lo que de verdad les interesaba. Sin embargo, un despido imprevisto los obligó a tomar las riendas de su economía antes de lo pensado y, paradójicamente, así nació Behemutt. Tuvieron la gentileza de enviar a Gaming Coffee una clave de Steam para que yo pueda compartir mi opinión. Al momento de escribir, cuento con una partida de 14 horas que tiene todas las islas desbloqueadas, todas las misiones de investigación completadas y también una imposibilidad técnica para seguir avanzando.
HISTORIA
A simple vista, el juego tiene ciertas similitudes con Forager, el reconocido indie argentino de exploración y administración de recursos. Aterrizamos en una isla llena de piedras y palitos. A partir de ahí, empieza el proceso que todos conocemos más o menos bien: crear un horno, recolectar materiales, construir máquinas más complejas con las que podamos procesar materiales todavía más complejos, etcétera. Desde el primer momento, algunos NPC nos guiarán con misiones simples (conseguir bayas, piedras o conseguir acceso a la primera isla) tras las cuales nos recompensarán abriendo negocios.
De a poco, la isla vecina se irá poblando con personajes visualmente bien diseñados que, aunque vendan elementos útiles para la partida, no contribuyen demasiado a formar una narrativa. Los escasos diálogos solo están disponibles antes de que inauguren su comercio. Tras ello, los personajes solo repiten la misma frase cada vez que les hablemos. El hecho de que día y noche estén parados en el mismo lugar sin siquiera inmutarse o reaccionar al entorno tampoco colabora demasiado. Por supuesto que Nova Lands no pretende tener un sistema de personajes como el de Stardew Valley o Hades, pero pienso que sería agradable acompañar el bello diseño de los personajes con alguna característica que les permita distanciarse de ser máquinas expendedoras.
Fuera de ello, el conjunto de islas presenta un folclore interesante. La mayoría de este nos llega a través de Emilia, una de las NPC que, además de vender semillas, sabe bastante sobre los aterradores monstruos ancestrales que velan por la seguridad del terreno. Al ser derrotado, cada uno de estos nos otorgará recursos especiales y una skin para nuestro personaje.
Sin embargo, hay una forma más compleja de conseguir los mismos premios: resolviendo el puzzle que estas bestias ofrecen en su antesala. De esta manera omitimos el combate, por lo que puede ser la vía ideal si no nos sentimos lo suficientemente preparados. Además de ser una alternativa antiviolencia, los puzzles permiten conocer un poco más sobre las criaturas. Por ejemplo, Moschillar, el primero de los jefes, es fanático de un tipo de flor en concreto, por lo que al depositarla en su altar se presentará junto a toda su descendencia para agradecernos y retirarse en paz.
Más adelante se introduce un sistema particular que nos amplía la concepción del universo e introduce una divisa, más NPC y hasta grandes conglomerados empresariales. Esta etapa también explica el origen de algunos materiales como el rubí, presente casi desde el principio de la aventura. En mi opinión, es un apartado interesante, pero flaquea una vez más en la profundización al presentar personajes con diseños increíbles que se quedan en blanco cuando ya no tienen nada que vendernos. Incluso hay algunos que no entablan diálogos de ningún tipo, solo operan como decoraciones o como forma de comunicar que estamos ante un espacio concurrido.
GRÁFICOS
Todo entra por los ojos y, en ese sentido, Nova Lands hace un gran trabajo. Las visuales en estilo pixel art son muy agradables. El mundo es colorido y divertido. Cada isla tiene una ambientación presente en su flora, fauna y en sus eventuales edificaciones naturales. Mis preferidos son los sprites para los distintos objetos; no hay ninguno que se parezca demasiado a otro, lo que se agradece en especial cuando hay cientos de estos desperdigados en depósitos (es decir, lo que en Minecraft o Terraria serían cofres) o en el suelo. Los NPC y las skins para el protagonista están cargados de personalidad o referencian integrantes de otros clásicos indie como Don’t Starve. Lo dije más arriba, pero hay que darle el énfasis que se merece: los retratos de los habitantes de la isla, ejecutados en un estilo más tradicional, son maravillosos.
A nivel técnico, fueron muy pocas las veces que sentí alguna caída de frames. Lo cual es meritorio considerando la cantidad abismal de objetos y entidades que se trasladan de un lado a otro del mapa cuando la partida está más avanzada. Por suerte, el juego facilita la lectura del estado de situación de nuestra isla. Una mirada alcanza para darnos cuenta de las máquinas que están trabajando más, las que están trabajando menos, los recursos que sobran y los que faltan. En lo personal, desearía que me hubieran avisado antes que, al presionar Alt, se sobreimprime información sobre el contenido exacto de todos los depósitos y máquinas que se encuentren en pantalla. Es un atajo muy útil que evita tener que chequear cada contenedor con un clic.
Mi principal inconveniente radica en la incapacidad de modificar elementos de la interfaz gráfica. Desde el comienzo, al jugador se le colocan en pantalla varios indicadores con información relevante sobre su periplo: inventario, nivel de oxígeno, hora del día, puntos de salud y demás. Aunque práctica, esta información no puede modificarse de ninguna manera. No es posible mover los elementos, ni cambiarles el color o el tamaño, ni seleccionar una tipografía diferente. No sería justo que Nova Lands se llevase una amonestación por no incluir ajustes que, es cierto, tampoco están presentes en la gran mayoría de los títulos de renombre, pero no deja de ser una ausencia digna de señalar.
SONIDO
Es muy posible que, una vez que iniciemos nuestra travesía en estas islas fantásticas, nos pasemos varias horas seguidas frente a la pantalla. La banda sonora hace un gran trabajo a la hora de acompañarnos durante todo ese tiempo sin cansar jamás. Son canciones tranquilas y agradables que no tienen demasiadas pretensiones. Cabe destacar, una vez más, que el apartado sonoro es tan configurable como los gráficos: no hay manera de controlar volúmenes más allá de efectos de sonido o música, y tampoco existe la posibilidad de activar subtítulos descriptivos para las distintas alertas o eventos circunstanciales.
En esa misma línea, por momentos experimenté una sensación de desconcierto al escuchar sonidos que notifican problemas, pero no van acompañados de ningún indicio que permita identificar la situación a resolver. El ejemplo más claro es la falta de oxígeno. Cuando las reservas de aire escasean, el juego reproduce un pitido de creciente frecuencia hasta que los niveles se normalicen o nuestro personaje muera asfixiado. Se me ocurre que un parpadeo en la barra de oxígeno que acompañe al pitido podría ayudar a concluir “Ah, tengo que proveerme aire rápido” y evitar frenéticas y desesperadas corridas en círculos. Es cierto que este problema desapareció una vez que acumulé varias horas de juego y me volví capaz de identificar los sonidos. De todas formas, un recordatorio gráfico también sería de utilidad para quienes silencian el juego de manera que no invada otras actividades.
JUGABILIDAD
Cinco minutos de Nova Lands alcanzan para entender cuál es la propuesta. Para cuando ese tiempo termine, seguramente hayamos podido crear la estación de investigación, la estructura que regirá la aventura en todo momento. Gracias a ella sabremos siempre cuál debe ser nuestro próximo objetivo: qué elemento deberíamos estar buscando, qué máquina deberíamos proponernos crear o qué enemigo deberíamos derrotar. Las investigaciones están organizadas a modo de árbol horizontal, por lo que solo podrán completarse cuando una o varias de sus antecesoras hayan sido tachadas de la lista.
Para cuando hayamos conseguido la estación de investigación, nuestro entorno todavía constará de una sola superficie de tierra hexagonal. Gracias al radar, otra de las estructuras que podremos conseguir en los primeros minutos, seremos capaces de localizar otras islas a cambio de distintos recursos. Al principio, las islas podrán desbloquearse con cobre, hierro, acero y plástico. Más adelante, el acceso a otras parcelas requerirá elementos de gran complejidad. La ventaja es que, conforme ampliemos el repertorio de destinos, también podremos conseguir los frutos, animales y minerales autóctonos de cada uno.
Una vez instalado, el ícono de Steam para Nova Lands es el sprite de un simpático robot amarillo. No es casualidad: los bots son la mecánica que le da al juego su propia identidad, al tiempo que se encargan de las labores más tediosas para jugadores y jugadoras. Gracias a estos, podremos delegar la recolección, la gestión de oxígeno o combustibles, la agricultura y la ganadería. Como si fuera poco, conseguir estos ayudantes mecánicos requiere menos de una hora de juego.
A grandes rasgos, esos tres aspectos conformarán un ciclo de juego que nos acompañará siempre: buscaremos recursos con los que completar investigaciones que nos permitan acceder a los elementos necesarios para localizar nuevas islas y que nuestros amiguitos de metal se encarguen de administrar lo que tienen para ofrecer. Lejos de ser tedioso, este círculo de actividades es muy atrapante. El gancho está en la cercanía de los diferentes objetivos. Es factible completar una tarea importante o descubrir más territorio con solo sentarse a jugar unos minutos.
Ni siquiera tenemos que preocuparnos por mantener los hornos funcionando porque los bots llevan y traen el carbón por nosotros. En otros juegos, la progresión está ligada a los jefes, que funcionan como mesas de examen. Hasta que no rindamos bien y los derrotemos, el resto del contenido permanecerá en stand by. Nova Lands está lejos de eso. Incluso aunque fracasemos en el intento de abatir monstruos, podemos optar por resolver su acertijo y ser recompensados de igual forma.
El verdadero rival a vencer en Nova Lands es la ineficiencia. Al darnos total libertad en la forma de extraer y manipular recursos, el juego nos obliga a preguntarnos constantemente si estamos haciendo las cosas de la mejor manera. Cada procedimiento lleva su tiempo y cada isla tiene un espacio limitado para la colocación de herramientas, por lo que debemos pensar con la mente fría.
¿Conviene procesar un mineral antes o después de transportarlo fuera de su lugar de origen? ¿Llevamos el carbón sobrante a donde escasee o aumentamos la cantidad de hornos? ¿Podemos destruir algunas máquinas para favorecer la aparición de recursos naturales? Cada decisión tiene, por supuesto, sus consecuencias. Como se trata de un juego sencillo, ninguna partida se va a echar a perder por una mala distribución de biocombustible, pero es posible que tardemos más en conseguir algo que, de otra forma, podríamos tener en cuestión de minutos.
Nova Lands posee un sistema que otorga un punto cada vez que subimos de nivel al acumular los puntos de experiencia que obtenemos derrotando enemigos, construyendo máquinas o recolectando recursos. Estos puntos pueden ser canjeados por habilidades agrupadas en cuadrantes: automatización, producción, exploración y personalización. Aunque este estilo de mejoras es útil para transmitir una sensación de progreso, creo que hay un gran desbalance entre las habilidades. Muchas de ellas se proclaman como soluciones a problemas que nunca tuve, mientras que otras cambian por completo la forma de jugar.
El máximo exponente de ese último grupo es, sin lugar a dudas, Patas Sobreaceleradas. Es cierto que se trata de una de las habilidades que más puntos de habilidad requieren (tres, que tampoco es mucho), pero su efecto incrementa la velocidad de los bots logísticos en un 400 %. Como ese tipo de robot es el que más tareas cumple, las islas se vuelven escenario de manchas borrosas que llevan y traen componentes por todas partes. Patas Sobreaceleradas está a años luz de cualquier otra habilidad; resulta imposible contar con la cantidad de puntos necesarios para desbloquearla y no elegirla.
CONCLUSIÓN
Nova Lands es un juego rápido y sencillo, pensado para quienes disfrutan recolectar y administrar recursos, pero no quieren quemarse la cabeza minando ni combatiendo. Son muy pocos los momentos “de espera” en los que no hay nada para hacer; sobre todo si ponemos especial énfasis en utilizar la maquinaria de forma eficiente. Lo más divertido del juego es su escala grandilocuente: en tan solo un par de horas, pasamos de juntar ramas a fabricar plástico. Más adelante, incluso, seremos capaces de exportar productos al espacio y recorrer la galaxia en busca de meteoritos. Todo esto mientras reflexionamos sobre cómo afecta la producción humana al ambiente que nos da de comer todos los días.
Por desgracia, mi partida tuvo un desenlace inesperado al llegar a la instancia espacial. Accidentalmente, me metí en un rincón del que parece no haber salida. No puedo saltar, no puedo moverme, tampoco hay formas de teletransportación que me permitan volver a la isla ni puedo recuperar un archivo de guardado previo al bloqueo. Un poco de mala suerte y otro poco de estupidez me privaron de seguir explorando un universo que, incluso después de haber localizado todas las islas y completado las misiones de investigación, tiene mucho más que ofrecer. De todas formas, el error ya fue reportado a través del apartado de feedback del propio Nova Lands, así que quizás haya una solución en el futuro cercano.
Estamos frente a una experiencia con espacio para mejoras, pero que aun así es disfrutable y útil para distender o amenizar momentos. Nova Lands ya puede jugarse en PC, Xbox One, Xbox Series X|S, PlayStation 4, PlayStation 5 y Nintendo Switch.
Recolectar recursos nunca fue tan fácil y divertido. Tras asentarnos en una isla, haremos crecer nuestra industria hasta niveles exorbitantes.
Análisis
- Historia
- Gráficos
- Sonido/música
- Jugabilidad
- Precio/calidad